08 octubre 2009

El vino mas caro del mundo, reflexiones de un choborra

Pensar que cuando me compre esa botella de vino de $12,- me sentí un dandi, en fin. De todas maneras el mágico elixir cumplió su cometido y por un rato me olvide quien era, que hago, y todos esos interrogantes que, a persona sin mas aspiración que repetir el postre de vez en cuando, nos atormentan con su constante repiqueteo.
Mas allá de esta exigua e inexacta reflección mal intencionada y capciosa para con migo mismo debo decir que me parece un derroche innecesario, bajo, vil, inhumano, vulgar y despreciativo gastar tanto en una sola botella de vino, si por lo menos fueran 10 o 12 tubos, bueno, ahí la cosa cambiaria un poco.
Se puede ser un borracho, mejor si se es un borrachín simpático, y no melancólico que hastían, pero siempre un borracho con dignidad y con la suficiente coherencia como para darse cuenta que mas valen 10 botellas en mano que un buen trago del mejor vino vertido en labios de cualquier desconocido. En fin. ¡Salud!

El sueño de todo amante de vinos yace 10 metros por debajo de la tierra en un lugar de ensueño: el principado de Mónaco. Es la bodega de la "Société des Bains de Mer" (Sociedad de los Baños de Mar o SBA, por sus siglas), empresa estatal fundada en 1863 que se encarga de administrar los hoteles más lujosos de Mónaco, 5 de los casinos más famosos del mundo (entre los cuales se destaca el Casino de Montecarlo), 32 restaurantes y las Termas Marinas de Montecarlo, uno de los spa más refinados de Europa.

Para abastecer de vino a todo este complejo turístico-gastronómico de primer nivel, la SBA posee una cava refrigerada enterrada a 10 metros de profundidad, con una colección de 450.000 botellas de los mejores vinos del mundo. El valor de las botellas allí almacenadas alcanza los u$s10 millones, por lo que su acceso cuenta con tantas medidas de seguridad como las de la bóveda de un banco central, según consigna el sitio Le Télégramme.

Por supuesto, con tamaña colección, se trata de la más grande y la más cara del mundo. Un circuito cerrado de televisión controla todos los pasillos de la bodega, vigilada las 24 horas por un grupo de sommeliers dirigidos por un jefe de bodega, quienes deciden el momento justo para llevar de vuelta cada botella a la superficie.

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