29 septiembre 2009

Las boleadoras, armas criollas

Arma y también instrumento de trabajo genuinamente criollo. Consiste en sogas o ramales que llevan en su extremo unas bolas que se lanzan a distancia con- fuerza, sobre los animales, para derribarlos. Pueden ser de dos o tres bolas. Fueron usadas primero por los indios charrúas, pampas, araucanos y patagones. de quienes lo tomaron nuestros gauchos. Las primeras boleadoras fueron con una sola bola. bola arrojadiza, que también se llamó bola perdida. Eran de piedra y estaban sujetos a una soga de tientos o nervios de más o menos un metro de largo. Las lanzaban con muy buena puntería ya gran distancia. En el cuerpo a cuerpo se usaron como maza. Las bolas son de piedra u otra materia pesada, retobadas o no, y sujetas entre sí por ramales, guascas, sogas o tendones de avestruz torcidos, etc. Se llama manija la bola más pequeña, la que tiene en la mano para revolear y lanzar las boleadoras. La soga de la manija generalmente es más corta. Ver formar grupa" Existen muchas boleadoras lujosas, fabricada con bolas de marfil recubiertas con cinturas, cadenas o filigrana de plata, otras con magníficos trabajos calados en el retobo, formando estrellas, etc. Para hacer una boleadora se toma una piedra y se la cubre con un cuero denominado casco, que lleva un agujerito que se llama ojo por el que pasa la soga o el ramal. Estos dos cascos van cosidos, asegurándose. Así sobre la piedra. Todo esto se recubre de nuevo con un cuero redondo. Cuya orilla debe ojalarse pasando un tiento por dentro de esos agujeros y haciendo una jareta. Después, metiendo dentro la bola ya revestida, se cierra esa jareta en la base del ojo. Tratando de que los pliegues queden lo menos visibles. Todas estas piezas que recubren la piedra, deben trabajarse húmedas e fin de que al secarse se adapten lo más posible a la forma. Para conseguir una mayor perfección .El paisano estrenaba sus boleadoras boleando vacas; así conseguía el estirado de las sogas y el ajuste de los tientos. Estas sogas se humedecían un poco para facilitar el estirado. Los Pampas solían hacer boleadoras con ciertas piedras coloradas a las que le daban mucho valor. O con otros menos pulidas. Sostenidas a los ramales por medio de una faja de cueromuy ajustada a la garganta o cintura hecha expresamente sobre las piedras. quedando así éstas al descubierto. Generalmente, los muchachos del campo en la parte céntrica de la provincia de Buenos Aires solían hacer boleadoras con cascarria de oveja, pues en esta región escaseaba la piedra.También muchos las confeccionaban con hueso de caracú de vacuno. A cada caracú le cortan la mitad de la cabeza, que tiene la forma perfecta de una media esfera, la que con la otra mitad del otro caracú del mismo animal, forman una perfecta esfera; una vez ahuecadas y después de haber/es hecho un agujero a cada una, las atraviesan con un alambre grueso que forma el ojo de la boleadora y remachan la otra extremidad. Después vierten en 'el interior de los dos cascos plomo derretido. , Con otros cuatro cascos sacados de las caracúes de dos osamentas, construyen las otras dos bolas que les faltan... Cuando éstas quedan bien terminadas parecen de marfil. Muchos chicos en el campo hacen boleadoras con marlos de maíz, para jugar pialar gallinas, etc. El paisano maneja las boleadoras tomando en la mano la bola de menor calibre., llamada manija, luego revolea las otra dos por sobre la cabeza, haciéndolas girar en redondo y lanzándolas con violencia en forma de alcanzar con exacta puntería el blanco elegido, ya sea un enemigo, para inutilizarlo, herir/o o matarlo, o, cuando se trata de un animal, para derribarlo enredándoselas en las patas, trabándolo o inmovilizándolo. En el caso dé bolear' un avestruz se usan boleadoras de dos o avestruceras que se tiran al cogote; el animal en su carrera se enredaba las patas en las sogas de las boleadoras cayendo al suelo. En manos de los gauchos de Güemes, durante las guerras de la Independencia, las boleadoras resultaron un arma' valiosa. En la guerra civil, fueron también un instrumento glorioso de las montoneras. Durante la tiranía de Rosas las boleadoras estuvieron muy en uso y con ellas, el caballo del General José M. Paz fue boleado, siendo de esa manera apresado el jinete. Don Diego de Mendoza y otros notables españoles fueron muertos por las boleadoras y años más tarde don Juan de Garay, en el combate de San Salvador, resultó herido malamente por esta arma.

28 septiembre 2009

Los chimangos, el apetito de los buitres, la ferocidad de los halcones y la agilidad de las aves marinas

El Chimango (Milvago chimango) es natural de América del Sur. Su distribución comprende Argentina, Chile y Uruguay. En invierno se desplaza hacia el norte, llegando hasta Bolivia, Paraguay y extremo sur de Brasil. Se le ha visto en las islas Malvinas. Ha sido introducido en la isla de Pascua. En algunas partes de su distribución se le considera abundante, en otras partes no es tan común. Se le considera sedentario, aunque en invierno demuestra un desplazamiento hacia el norte. También se desplaza de acuerdo a la abundancia de alimentación.
Habita en todo tipo de terreno donde la vegetación no es muy alta, desde la costa hasta las llanuras. También se le ve en los bosques despejados de vegetación secundaria. Se encuentra presente desde el nivel del mar hasta los 1000 metros de elevación. Anidan solitarios y en colonias. Comienzan a criar en septiembre, siendo octubre el mes de mayor producción. Demuestran una preferencia por construir el nido sobre alguna vegetación, donde tenga cierta protección del sol y la lluvia. La altura de la vegetación, tipo y localidad no aparenta ser importante. La nidada consiste de dos a tres huevos. La incubación toma de 26 a 32 días y a las 5 semanas los pichones se van del nido. Ambos géneros comparten todas las responsabilidades del nido: construcción, defensa, incubación y alimentación de los polluelos.
Esta ave tiene el apetito de los buitres, la ferocidad de los halcones y la agilidad de las aves marinas. Se come todo lo que encuentra, y también lo que le pueda robar a cualquier otra ave rapaz. Su dieta consiste desde carroña hasta insectos y plantas. Ataca a cualquier otro animal que vea herido o en desventaja, incluyendo a las ovejas y hasta los caballos. Usualmente anda en grupos hasta de 50 de ellos. De carácter oportunista, usa la fuerza del grupo para atacar a cualquier presa.
Según Alexander Wetmore (1926) (un distinguido naturalista de Estados Unidos que visitó la región de las pampas en 1920) tenía que ejercer precaución de que los chimangos no dañaran los ejemplares obtenidos. Aparentemente mientras él examinaba en el campo las aves que atrapaba para los museos y estudios científicos, algún chimango trataba de robársela. Describe refiriéndose a los chimangos: “The birds have little fear...” (“Las aves tienen poco miedo...”).
Sin embargo Wetmore también describe de una plaga de langostas en Uruguay donde el chimango, en grupos de 30 a 40, rindió una buena labor en ayudar a controlar estos insectos. Otro dato que nos provee Wetmore es que los talones o garras del chimango no son lo suficiente fuertes para apretar y sostener con fuerza. Sin embargo, son capaces de caminar, y hasta correr, con gran facilidad. También dice que se le ve cerca del agua, de la cual bebe mucha y con frecuencia, aun cuando el agua es estancada y de mal sabor. Los géneros son de apariencia similar. Las hembras son ligeramente más grandes, pesando unos 300 gramos. El peso de los machos es de unos 290 gramos. De longitud alcanza de 37 a 43 cm.
Se diferencia de su pariente el Chimachimá en que su plumaje es primordialmente castaño con franjas, o conchas, pálidas. La parte inferior de las alas demuestran ciertas tonalidades de castaño, con conchas oscuras, incluyendo la base de las plumas primarias.
Al Chimango también se le llama “Caracara Chimango” y “Tiuque”. En portugués se le conoce por “Chimango”; en inglés por “Chimango Caraca”.

27 septiembre 2009

El auto del Führer, el auto del pueblo

Cuando Adolf Hitler asumió el poder, uno de sus sueños era que cada familia alemana tuviera su propio automóvil y este debía ser eficaz, de gran confiabilidad y excesivamente económico. Un auto al que el mismo Hitler denominaba como "auto del pueblo" (Volkswagen en alemán).
Con estas premisas, un día 1933 Jakob Werlin, Jefe de los Servicios de Seguridad, se presentó en la casa de Ferdinand Porsche a solicitarle que lo acompañara a Berlín para una entrevista con el führer. El pedido de Hitler era por supuesto un imposible, para esa época, por cuanto el vehículo debía alcanzar los 100 km/h, su consumo no podía superar los 7 litros / 100 km, debía tener cinco plazas y su costo inferior a los 1.000 marcos.
Pero el Führer en ese sentido no admitía negativas ni complicaciones, no cuando se trataba derl bienestar del pueblo, por lo que Porsche volvió a su estudio y se dedico a encontrar una solución lógica a semejante exigencia.
Tomó como base las experiencias recogidas durante 1932 en la Zundapp, cuando su propietario, Fritz Neumeyer aceptó financiar las experiencias de Porsche sobre un auto económico. El 17 de enero de 1934, Porsche envió a las autoridades alemanas un informe en el que el precio mínimo que podía alcanzarse era de 1.500 marcos, pero la opinión del canciller era inquebrantable. Mientras tanto Wilhelm Von Opel ofreció fabricar su modelo P-4 con protección del estado para ser vendido en 1.800 marcos, pero Hitler ni siquiera tuvo en cuenta semejante propuesta, no solamente por lo elevado del precio sino porque no consideraba a la Opel una empresa totalmente alemana, a causa de su control por parte de la General Motors, de Estados Unidos.
El 8 de marzo con motivo del Salón del Automóvil, en Berlín, se menciona por primera vez en público la idea del auto popular y se expone el modelo de un eje delantero oscilante y suspensión por barras de torsión, "sistema Porsche". Finalmente el 22 de junio del mismo año, la Asociación de la Industria Automotriz del Reich celebró un contrato con la sociedad Porsche en el que estipuló que en el plazo de diez meses Porsche debería construir el primer prototipo Volkswagen. Porsche había proyectado varios automóviles de concepto económico con destino popular desde que en 1900 se convenció de que un vehículo de esas características podría dar el impulso necesario a la difusión y al progreso del automovilismo. Esos proyectos eran el Lohner de 1901, el 8/16 HP de 1908 y el Sascha de 1921 para la Austro - Daimler, el 130 WO 1 de 1928 para la Daimler Benz, el Steyr XXX de 1929 y el Zündapp 12 de 1932.
Basado en esas experiencias y en otras de la Tatra y de Standard Superior, Ferdinand Porsche trabajó en el garaje de su casa procurando concluir con el primer prototipo, pero la tarea se vio demorada por la elección del motor. En primer lugar se optó por un dos cilindros y dos tiempos que no resultó aceptable por lo que se amplió el diseño a tres cilindros, también dos tiempos, pero que fue imposible poner a punto. Insistiendo con la teoría de los dos tiempos diseñó uno de cuatro cilindros con dos cámaras de combustión, pero esos motores erogaban una muy baja potencia. Entre tanto la NSU recibió la orden de colaborar con Porsche produciendo el primer prototipo del Volkswagen denominado Proyecto 32, pero igualmente resultaba imposible llegar al precio que el Führer consideraba adecuado para su pueblo.
A principios de 1935, con la certeza de no poder cumplir con el plazo fijado, la Asociación de la Industria Automovilística extendió en dos meses el contrato con Porsche y en el Salón del Automóvil se anunció la realización de las pruebas con los primeros ejemplares del Volkswagen para mediados de ese año. En febrero de 1936, se constituyeron los dos primeros Volkswagen, un cabriolet y un sedan, equipados aún en la fase previa con motores de dos tiempos y dos cilindros con pistón doble, y en marzo fueron presentados ante una comisión de industriales fijándose nuevo plazo para la presentación de un chasis apto para la producción en serie.
Entre octubre y diciembre de ese año, tres prototipos denominados VW3 bajo la supervisión de la Asociación de la Industria Automotriz y la Escuela Técnica de Stuttgart, realizaron un exhaustivo recorrido de pruebas sobre 50.000 kilómetros que resulto exitoso. Esta versión ya estaba equipada con motor de cuatro tiempos. Ubicado en la parte posterior, era un cuatro cilindros con refrigeración por aire de 985 cm3. Válvulas a la cabeza accionadas por varillas y balancines, caja de cuatro velocidades y suspensiones independientes en las cuatro ruedas. La potencia de motor era de 23.5 CV a 3.000 rpm. A principios de 1937, y viendo el Führer que su ambicionado proyecto no prosperaba, lo llevó a disponer que toda la industria alemana debía contribuir en el plan de fabricación del Volkswagen, comenzando por su predilecta, la Daimler Benz, a la que se le encargó la fabricación de 30 prototipos denominados VW30. Estos vehículos fueron sometidos a las pruebas más exigentes de la historia y con ellos se recorrieron 2.400.000 kilómetros en todo tipo de caminos.
El 28 de mayo de ese año se constituyó la "Gesellschaft zur Vorbereitung des Deutschen Volkswagens GmbH" (Sociedad para el desarrollo del Volkswagen alemán) que debía ocuparse de la construcción de los automóviles, la fabrica y una villa adyacente para los operarios.
El 17 de febrero de 1938 el modelo definitivo del Volkswagen fue presentado oficialmente con la presencia del Führer, Adolf Hitler y el 26 de mayo fue colocada la piedra fundamental de la fábrica de Wolfsburg. Ese modelo definitivo perteneciente a la serie VW38 se denominó KdF sigla de la organización nazi Kraft durch Freude (La fuerza a través de la alegría).
El 6 de octubre el nombre de la sociedad fue cambiado por Volkswagenwerk GmbH, pero igualmente los autos seguían sin fabricarse a pesar del entusiasmo de la gente que se inscribía en el plan de ahorro de la organización KdF y la constante propaganda oficial con recorridos de presentación por todo el país. Su precio era de 990 Reichmarks para satisfacer los requerimientos del líder y espíritu del Nacional Socialismo y a pesar de los continuos aportes de capital por parte del gobierno, la planta no terminaba de construirse, considerando que en una primera etapa se preveía fabricar 500.000 vehículos al año para aumentar posteriormente esa cantidad a 1.000.000.
A mediados de 1939 la fabrica de Wolfsburg recibió las primeras maquinas al tiempo que se inauguraba una planta en Brunswik destinada a la capacitación del personal y escuela de ingenieros. Pero la ambición desmedida de los británicos y sus aliados fueron más fuerte, impulsando y generando el comienzo de la segunda gran guerra; así, el pensamiento de engrandecimiento popular del Führer hacia su pueblo fue truncado por la guerra que desataron los “aliados”, moldeando así el principio de la decadencia del nuevo mundo.

Los Selk'nam, misteriosas sombras del pasado

Selk’nam se llamaban a sí mismos. Onas era el nombre con que los designaban sus vecinos yamanas (o yaganes). Estos dos grupos y el de los alakalufes habitaron -durante más de diez mil años- el archipiélago fueguino: los selk’nam casi toda la Isla Grande; al oeste el pueblo alakaluf y desde las costas del canal de Beagle hasta el cabo de Hornos los yamanas. Hubo también un cuarto pueblo -los haush-, aparentemente ligado a los selk’nam, en el extremo sudeste de la Isla Grande. Los yamanas y los alakalufes prácticamente vivían en sus canoas (podían pasar en ellas semanas enteras), dedicados a cazar lobos marinos, nutrias y aves; a pescar y a recolectar mariscos. Esa vida, sin embargo, no era más dura que la de los selk’nam: en aquellas latitudes, la caza terrestre era relativamente menor y de menos valor calórico que la fauna de mar. Quizá por eso los onas eran más beligerantes que sus pacíficos vecinos. Su alimento principal era el guanaco; si no, zorros, roedores (particularmente el coruro) o lo que consiguieran, además de los mariscos que las mujeres pudieran recolectar en las costas. Los selk’nam se agrupaban en clanes o parentelas de no más de cincuenta personas, y aun dentro del clan se mantenían aislados. No reconocían jefes, pero respetaban mucho a los kemal, ancianos que por su sabiduría hacían las veces de consejeros, y a los kon, sus médicos. Vivían con la casa a cuestas, tras los pasos de las manadas de guanacos. El único límite era el del territorio de caza del clan: trasponerlo sin permiso era guerra segura. Sus viviendas se adaptaban también a la geografía: los grupos septentrionales, que fatigaban las praderas, armaban tiendas con pieles sostenidas por varas de madera; los del sur, que tenían a su disposición los bosques cordilleranos, las construían con troncos, barro y pieles.
Las tareas diarias
La búsqueda de alimento signaba la vida cotidiana. Conseguir comida era tarea de los varones, cuya excelencia en el uso del arco y la flecha se hizo proverbial (nada más difícil que cazar un guanaco). Como ellos debían andar siempre al acecho, las mujeres cuidaban la casa, consumían mariscos si el hambre obligaba a hacerlo y, durante los traslados, cargaban las tiendas en bolsas de cuero y cestos de junco, junto con los utensilios y los hijos que aún no caminaban. La familia era poligámica, y muchas veces ocurría que la primera esposa buscaba una segunda para su marido: así podían compartir la carga durante las continuas mudanzas.
Cuando hacía frío vestían y calzaban pieles de guanaco, cuyos tendones y tripas les servían para coser y fabricar armas. Usaban adornos con conchillas y huesos y se pintaban de pies a cabeza con polvos mezclados con grasa (además de protegerlos del frío, esas pinturas "contaban" cosas del portador: si estaba por casarse, por ejemplo, o si había perdido algún pariente). Los chicos se criaban con sus madres y los varones, al llegar a la adolescencia, comenzaban un largo período de iniciación durante el cual aprendían a obtener comida y a desenvolverse como adultos. La ceremonia iniciática, el hain, era además un motivo de reunión entre mucha gente que rara vez se veía entre sí (aparentemente, el último se realizó en 1936, en el lado chileno de la isla). Una vez superada la última prueba en el hain, los jóvenes podían casarse y largarse por su cuenta. Tenían varias maneras de hallar esposa: por mutuo conocimiento, por negociación con los padres o por la más expeditiva vía de guerrear con los hombres de otro territorio y alzarse con sus mujeres. En contraste con la vida rigurosa que debían llevar, los selk’nam desplegraron un mundo muy rico en ceremonias, mitos y leyendas: para todo tenían alguna historia.

Un regalo de doble filo

Cuando a partir del siglo dieciocho comenzaron a naufragar barcos europeos en las islas fueguinas, los selk’nam rápidamente aprovecharon sus restos; en particular el vidrio de las botellas, que reemplazó al pedernal con que hacían sus flechas. Incluso no tardaron en descubrir que si lo calentaban con su aliento disminuía su fragilidad y podían recuperarlo intacto después de cazar alguna pieza (lo que era sumamente práctico pues no podían darse el lujo de desperdiciar las flechas). Pero ese regalo del mar estaba envenenado: tras aquellos barcos comenzaron a llegar otros. Primero los de los loberos, que acabaron pronto con el principal alimento de yamanas y alakalufes (además de "dejarles" varicela, tuberculosis, alcoholismo y otros males que los llevaron a una rápida extinción). Después -a partir de mediados del siglo pasado- los de los buscadores de oro y criadores de ovejas, quienes exterminaron a los selk’nam. ("Se les ha quitado la tierra de sus padres -escribió en 1898 Roberto Payró-, y lo que es peor… los nuevos pobladores les han ahuyentado las focas y diezmado los guanacos, dejándolos en la indigencia, y luego los matan si se atreven a robar una oveja para comer.") La infamia no tuvo límites: algunos hombres organizaban redadas y llevaban a Europa a sus prisioneros como espectáculos de circo. Entre ellos, un tal Maurice Matre se llenó los bolsillos con un grupo de niños y adolescentes selk’nam presentados como "caníbales", enjaulados y alimentados con carne cruda que les arrojaban para diversión y espanto de quienes visitaban la Exposición de París de 1889. Por esos años también comenzaron a llegar a Tierra del Fuego misioneros católicos y protestantes. Algunos salesianos supieron acercarse a ellos con respeto; el pastor Lucas Bridges les dio trabajo y protección en sus estancias. Pero la actitud de otros fue más intransigente y varios terminaron muertos por los selk’nam. El padre Martín Gusinde (1886-1969) hizo varias expediciones: entre 1918 y 1919 convivió con los selk’nam, entre 1919 y 1922 con los yamanas y entre 1923 y 1924 con los alakalufes. Gusinde era sacerdote, pero además etnólogo y -sabedor de que en poco tiempo no quedaría ninguno vivo- se preocupó por documentar la vida cotidiana de esos pueblos: su trabajo como fotógrafo le valió el apodo selk’nam de Mankancen, "cazador de sombras". "En la soledad del confín de la tierra -escribió después-, han vivido felices y contentos por siglos hombres con la forma de vida más simple; las generaciones se iban sucediendo en su modo de vida inalterable, vital y potente. Muchos eslabones podían haber prolongado esta cadena. Hasta hace poco el indio nunca había servido de estorbo para nadie en el mundo. Un puñado de ávidos europeos quiso acumular riquezas temporales. Apenas les alcanzaron cinco décadas para borrar, sin dejar rastros, al milenario pueblo indígena. ¡Ése es el destino del mal comprendido pueblo selk’nam!"
Los textos de Gusinde fueron editados en alemán y sólo hace unos pocos años en español. Pero sus fotos están ahí, como último registro poco antes de la masacre definitiva.

24 septiembre 2009

El poder de la bomba-H

Una bomba de hidrógeno o "bomba H" es un artefacto explosivo que libera una alta cantidad de energía procedente de una reacción nuclear de fusión atómica.
Es por lo tanto un tipo de bomba atómica.
En la bomba de fusión la reacción nuclear deseada es la unión de átomos ligeros de deuterio y tritio (isótopos del hidrógeno) para formar Helio. La energía necesaria para iniciar esta reacción es tan elevada que que, como iniciador, se emplea una reacción de fisión. Una vez iniciada la reacción, esta se propaga (reacción en cadena) gracias a que desprende neutrones de alta energía.
La energía liberada en esta reacción es muy superior a la liberada con la bomba de fisión tradicional.
La primera bomba de este tipo se hizo estallar en Eniwetok (atolón de las Islas Marshall) el 1 de noviembre de 1952. La temperatura alcanzada en el lugar de la explosión, de más de 15 millones de grados, vaporizó la isla.

21 septiembre 2009

La Wonder "Gomas"

Siguiendo con nuestra saga de minas en bolas, ahora un poco del otro lado, no por eso contrario, sino aliados, juntos por el “millón”.
En este caso uno de los iconos de los Yankees.

17 septiembre 2009

Las novias de Mao

Es sabido que no hay peor plaga que el comunismo. Pero hay que reconocer que una mina en bolas no deja de ser una mina en bolas.
Asique aca estan estas chinitas amigas de Mao haciendo lo suyo.





14 septiembre 2009

Combustión espontanea

"De forma inesperada, la víctima estalla en llamas; el fuego aparece bruscamente y sin causa discernible, es muy intenso y extremadamente localizado; en un lapso de tiempo muy corto, de minutos o aún de segundos, el cuerpo queda casi completamente destruido y reducido a un pequeño montón de cenizas grisáceas. La víctima no tiene la más mínima posibilidad de pedir ayuda o de realizar maniobras salvadoras. Por contraste, los objetos ubicados en su proximidad quedan relativamente indemnes, incluyendo algunos tan extremadamente combustibles como una pila de periódicos o una caja de cerillas; en numerosas ocasiones, las ropas de la víctima resultan relativamente poco dañadas. Como detalle macabro adicional, algunos segmentos del cuerpo resultan casi intocados por las llamas, generalmente las piernas y los pies, en ocasiones los brazos. Cuando no es destruido, el cráneo queda encogido hasta un tamaño inverosímil. Una capa de hollín grasiento suele quedar depositada en las paredes y en el techo de la habitación. En otras ocasiones, pequeños fragmentos del cuerpo"

11 septiembre 2009

Morir en la pavada (del Padre Mamerto Menapace)

Una vez un catamarqueño, que andaba repechando la cordillera, encontró entre las rocas de las cumbres un extraño huevo. Era demasiado grande para ser de gallina. Además hubiera sido difícil que este animal llegara hasta allá para depositario. Y resultaba demasiado chico para ser de avestruz. No sabiendo lo que era, decidió llevárselo.
Cuando llegó a su casa, se lo entregó a la patrona, que justamente tenía una pava empollando una nidada de huevos recién colocados. Viendo que más o menos era del tamaño de los otros, fue y lo colocó también a éste debajo de la pava clueca.Dio la casualidad que para cuando empezaron a romper los cascarones los pavitos, también lo hizo el pichón que se empollaba en el huevo traído de las cumbres. Y aunque resultó un animalito no del todo igual, no desentonaba demasiado del resto de la nidada. Y sin embargo se trataba de un pichón de cóndor. Si señor, de cóndor, como usted oye. Aunque había nacido al calor de la pava clueca, la vida le venía de otra fuente.Como no tenía de donde aprender otra cosa, el bichito imitó lo que veía hacer. Piaba como los otros pavitos, y seguía a la pava grande en busca de gusanitos, semillas y desperdicios. Escarbaba la tierra, y a los saltos trataba de arrancar las frutitas maduras del tutiá. Vivía en el gallinero, y le tenía miedo a los cuzcos lanudos que muchas veces venían a disputarle lo que la patrona tiraba en el patio de atrás, después de las comidas. De noche se subía a las ramas del algarrobo por miedo de las comadrejas y otras alimañas. Vivía totalmente en la pavada, haciendo lo que veía hacer a los demás.A veces se sentía un poco extraño. Sobre todo cuando tenía oportunidad de estar a solas. Pero no era frecuente que lo dejaran solo.
El pavo no aguanta la soledad, ni soporta que otros se dediquen a ella. Es bicho de andar siempre en bandada, sacando pecho para impresionar, abriendo la cola y arrastrando el ala. Cualquier cosa que los impresione, es inmediatamente respondida con una sonora burla. Cosa muy típica de estos pajarones, que a pesar de ser grandes, no vuelan.Un mediodía de cielo claro y nubes blancas allá en las alturas, nuestro animalito quedó sorprendido al ver unas extrañas aves que planeaban majestuosas, casi sin mover las alas. Sintió como un sacudón en lo profundo de su ser. Algo así como un llamado viejo que quería despertarlo en lo íntimo de sus fibras. Sus ojos acostumbrados a mirar siempre el suelo en busca de comida, no lograban distinguir lo que sucedía en las alturas. Pero su corazón despertó a una nostalgia poderosa. Y él, ¿por qué no volaba así? El corazón le latió apresurado y ansioso.Pero en ese momento se le acercó una pava preguntándole lo que estaba haciendo. Se rió de él cuando sintió su confidencia. Le dijo que era un romántico, y que se dejara de tonterías. Ellos estaban en otra cosa. Tenía que ser realista y acompañarla a un lugar donde había encontrado mucha frutita madura y todo tipo de gusanos.Desorientado el pobre animalito se dejó sacar de su embrujo y siguió a su compañera que lo devolvió a la pavada. Retomó su vida normal, siempre atormentado por una profunda insatisfacción interior que lo hacía sentir extraño.Nunca descubrió su verdadera identidad de cóndor. Y llegado a viejo, un día murió. Sí, lamentablemente murió en la pavada corno había vivido.¡Y pensar que había nacido para las cumbres!