10 febrero 2010

La mafia china y los chino-markets

Reconozco que por el barrio de Pompeya se ven, a menudo, cosas raras, paqueros, trolos, travas, pungas, rochos, tranzas, ocupas, buchones, topos, mulos, mecheras, en fin, una infinita galería de personajes que desfilan impunes ante la mirada atónita del que sabe observar esta ciudad del infierno.
Pero lo que vi hoy, al menos para mí, fue mi primera vez.
Estaba al tanto de eso, pero nunca me lo había cruzado así, tan cerca y tan vivamente, en tecnicolor diría yo.
Salía de un puto supermercado chino de mierda; porque si hay algo que reconocerle a este gobierno neo-totalitario que tenemos los argentinos, es que el crecimiento de comercios (chinos y bolitas) creció en un cien por ciento bajo su “reinado”; claro, eso no hace mas que joderle la vida al pobre criollo acostumbrado al almacén y a nuestra pobre economía, ahora copado el rubro almacén por los queridos inmigrantes orientales (mal llamados por mi “chinos de mierda”), pero ese es un tema a parte, fuera del que hoy quiero exponer.
¿Qué me encuentro a la salida del chino-market? Una bruta camioneta Nissan ultimo modelo, negra, reluciente, brillante, preciosa viejo!, hasta daban ganas de rayársela toda de la envidia; pero mas aun lo que colmo mi inagotable poder de asombro fue descubrir en el interior de la misma toda una banda completa de chinos, pero no esos chinos sucios y arrogantes de mierda que uno esta acostumbrado a ver en dicho establecimientos comerciales de nuestra querida porción oriental de la población; sino a cuatro de estos co-chinos (¿y cual es la diferencia dirán ustedes todos los chinos son iguales?, ya lo se, no se apuren que ya develo el misterio de este tema), estos singulares chinos, y paso a describirlos estaban bien vestidos, que ya eso es un triunfo, todos de negro, el que manejaba estaba trajeado y hablaba por celular, (no le entendí por supuesto, hablaba en su retorcido idioma amarillo), los otros tres, y a diferencia del primero estaban todos rapados, ( en un primer momento pensé que se trataba de “Skin heads” orientales, luego me di cuenta de lo absurdo de mi primera impresión), camisas negras, anteojos de sol negros y los cuatro fumando, cosa habitual es los orientales.
Pero lo que más llamaba la atención era la cara de asesinos de mierda que tenían estos chinocos.
En un principio pensé que se trataban de milicos comunistas, de la embajada, pero la camioneta carecía de patente diplomática.
Entonces me dije: estos chinos de mierda son de la famosa mafia china; para todo esto, nos habíamos encontrado con un montón de supermercados chinos cerrados, cosa mas que extraña, porque como es sabido, los chinos no cierran ni por incendio, (no se si eso tendrá algo que ver o no, pero es de extrañar).
Para todo esto, antes de que lleguen estos personajes en la esquina había un vigilante de la federal, cuando llego la camioneta de los chinos el vigi este desapareció, cuando se va la camioneta, después de diez minutos aprox., reapareció como por arte de magia el policía de la esquina.
¿A que conclusión llegue, si es que llegue a alguna?
Indudablemente esos tipos eran de la mafia china, y de ser así, ¿Cómo es que dichos individuos operan libremente en mi país sin ninguna autoridad que los detenga, los mate, o los deporte a toda esa bosta china de regreso a su comunista país?
Como tantas otras preguntas, esa también quedo sin respuesta; o prefiero que así sea, porque tal vez la respuesta es más dolorosa que el permanecer en la ignorancia.
Llegue a mi casa y me puse a indagar un poquito el tema y encontré este articulo que me intereso mucho, acá lo posteo para que ustedes también lo lean si quieren, claro que si no quieren hacerlo no lo hagan.
Debajo del mismo pongo la dirección de la página de donde lo extraje, no quiero ser trucho y hacer propio notas de otros, nunca lo hice y prometí nunca mas hacerlo…



La mafia china en Argentina

Los supermercados chinos en la ciudad de Buenos Aires desde hace tiempo forman parte de la postal de cada barrio. En la actualidad ocupan el lugar que antaño tenían los almacenes de los "gallegos", es decir, de los inmigrantes españoles que sobre todo escapando de la Guerra Civil española se afincaron en la Argentina para integrarse y enriquecer a nuestra sociedad.
Esta presencia china por medio de almacenes saturó la capacidad comercial de la Capital Federal, al punto de estimarse que hay un supermercado chino cada ocho cuadras, trasladándose la apertura de tiendas al resto de la provincia de Buenos Aires y diversas otras provincias del país, sobre todo del litoral.
Tamaño crecimiento del número de supermercados propiedad de ciudadanos de dicha nacionalidad alimentó diversos rumores: los dueños se beneficiarían por un tratado de inversiones de la época menemista que los exime de pagar ciertos impuestos; serían apoyados por el gobierno de China por medio de su embajada; serían competitivos por no respetar la legislación laboral argentina o abastecerse de mercadería adquirida a piratas del asfalto, etcétera.
Pero sobre todos estos rumores, sumados a la gran cantidad de casos policiales sin resolución protagonizados en los últimos años por ciudadanos chinos, sobrevuela la tenue certeza que en la Argentina opera una organización china de costumbres mafiosas. Y como un mantra de la realidad argentina, dicha mafia local contaría con la connivencia de políticos argentinos.

Mitos y leyenda

Se estima que en la Argentina hay más de 4.000 supermercados chinos. A tal punto se expandió la comunidad en este rubro que crearon la CASRECH (Cámara de Autoservicios y Supermercados de Residentes Chinos), entidad cuyo fin principal es asistir a los dueños de las tiendas tanto en la compra de mercadería como en problemas legales. Casualmente, tuvieron activa participación en desactivar el boicot que el Sindicato de Camioneros le aplicó a dichos supermercadistas en el 2006, a raíz de haber sido baleado el camionero Ariel Luque por el dueño de un local de Lomas de Zamora a causa de una discusión. Como ocurre siempre con la familia Moyano, habiendo voluntad conciliadora de la otra parte, el boicot fue rápidamente levantado tras difusas promesas públicas entre la CASRECH y los moyanistas de componer diferencias.
Quienes frecuentan como proveedores a los supermercadistas chinos, sin remordimientos de xenofobia, describen numerosas situaciones de tensión habituales en el trato que explicarían incidentes como el sufrido por el citado camionero. Debilidad argentina o no por identificar complots, sospechan que muchas veces aducen desconocer el idioma español para sacar ventajas del proveedor llegando hasta el mal trato.
Otras acusaciones apuntan a empleo en negro, explotación de empleados bolivianos o paraguayos, apagado nocturno de heladeras para ahorrar electricidad y compra de mercadería robada.
A este respecto, en mayo de este año fueron encontradas en un supermercado chino de la ciudad de Vicente López 267 cajas de vino que pertenecían a una carga de 1250 cajas robada el 21 de enero en la ruta 8 a la altura de Solís. Y también anteriormente una investigación de la multinacional Kellog´s por el robo de un container con cajas de su cereal de miel Honey encontró gran parte de las mismas ofrecidas a precio promocional en un súper chino de Colegiales.
Expertos policiales avalan en parte a Calvete; sostienen que quienes roban estas mercaderías tienen aceitados por anticipado los canales de colocación de las mismas, yendo una proporción de dichos botines al comercio chino.
En lo laboral hay dos costumbres. Por un lado, en los comercios chinos suelen trabajar parientes, siendo frecuente no sólo que trabajen jornadas de 14 horas como también que vivan hacinados en el mismo negocio; por otro lado, la mayoría de los dueños alquila sus negocios y frecuentemente subalquila los sectores de carnicería y verdulería, este último casi siempre a ciudadanos bolivianos o paraguayos. Todo esto contribuye aún más a tener bajos costos, sumado también a no invertir en publicidad.
Pero en el terreno de los mitos reina el supuesto de que los comerciantes chinos deben pagar una cuota mensual a organizaciones mafiosas de compatriotas para poder trabajar. Y allí es donde se eslabonan numerosas muertes impunes de inmigrantes chinos causadas por connacionales, que abonan el terreno para que el mito germine en realidad.

Al que quiere celeste, que le cueste

Nueve de cada diez supermercados chinos tienen sus rejas o cortinas pintadas de color celeste o azul. Este detalle trivial se ajustaría a identificar con qué organización china local "contribuye" el dueño para poder trabajar. Otros colores usados en los pocos comercios restantes son el verde, el amarillo y el rojo.
La elevada preponderancia del celeste se correspondería con la mafia proveniente de la provincia del Sur de China continental llamada Fu Jian, de donde se estima son originarios el 80 % de los inmigrantes chinos en el mundo. El apriete por protección también es vinculado a otra maniobra urdida por esta predominante organización, consistente en traer ciudadanos chinos al país para financiarlos y establecerles un negocio cobrándoles luego una cuota mensual eterna que muchos estiman nunca baja de los U$S 2.500 mensuales. Quienes en algún momento se resisten a este pago son quienes luego alimentarían las páginas policiales de homicidios chinos en la Argentina.
La Policía Federal Argentina, empero, marca numerosas dificultades para investigar dichos episodios de sangre. La mayoría de los cadáveres no son reclamados por familiares; orientales que súbitamente olvidan el idioma local y dicen no entender los interrogatorios policiales; dificultad de identificar las identidades de los occisos; etcétera. Para tener una magnitud de esto, en junio de 2003 se condenó a uno de los pocos killers chinos identificados a cadena perpetua, tras asesinar a dos compatriotas de un supermercado en Munro que no le pagaron $400.000 por él exigidos.
Mas la principal causa del silencio entre connacionales se adjudica a irregularidades inmigratorias, delitos en los cuales funcionarios políticos argentinos tuvieron y tienen una activa responsabilidad.


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