08 agosto 2010

Recuerdos inmorales. Historias de un Skin

Pasaba la otra noche por un bar que se encuentra a dos cuadras de mi casa y decidí como de costumbre pasar a tomarme un par de cervezas, las mas frías que se sirven en la zona, eso transforma al bar en el mas concurrido por los que realmente saben tomar cerveza, ahora cualquiera toma cerveza, se creen que es tomar y nada mas, tomar cerveza es un arte que se aprende con los años, a la cerveza se la degusta, se la saborea, se la acaricia suavemente como a una mujer, no se la toma así nomás. Pero en fin, eso es aparte. Me senté en la misma mesa que me senté durante años, pegada a la ventana que da en la calle, de las que tienen el mismo sistema de las ventanillas de los trenes, esas ventanas de los bares viejos, los de antes, los mejores.

Miro a la gente que pasa automáticamente, sin alma, tan metido en sus asuntos que quedan relegados a un plano abstracto, una dimensión fuera de nuestra realidad, cualquier lugar menos este. Entonces sin darme cuenta el momento se evapora dejando paso al libre albedrío de mis ideas mas recónditas, aflorando como pequeñas explosiones en campo abierto. Locas ideas perdidas en lo mas profundo del sótano de mis recuerdos. Imágenes de mi pasado se pelean por volver a ser vividos en mi interior con la fuerza de un ciclón a punto de estallar, el ímpetu de mi juventud renace con cada uno de esos recuerdos que hacen asomar, muy disimuladamente una sonrisa de mis labios. Tantas imágenes juntas que casi no llego a reconocerlas a todas por completo, muchas de ellas ni las recuerdo, son solo imágenes sin que pueda diferenciarlas entre una vivencia, una idea perdida, una fantasía, un sueño, pero entre todo ese maremoto de recuerdos distingo perdida, casi oculta entre los demás una imagen la cual destacado sobre el resto, un recuerdo al cual me aferraba, un recuerdo que necesitaba revivir una y otra vez, y ahora después de tanto tiempo sin salir, vuelve tan nítido y claro como lo fue en ese triste día de otoño, hace ya mas de 10 años…

Sus ojos, verdes como el ultimo aliento de la primavera cuando nos deja, regaban sus mejillas con amargo néctar, su voz, desolada como la ráfaga de viento que cruza el mar, lastimaba mis oídos con su dolor, la melodía dulce de sus palabras ahogadas por lo dramático de la situación hace mella, aun hoy en mi alma templada por la desgracia. Recuerdo entonces sus tristes palabras, cuando, al escuchar mi declaración, con los ojos desgarrados por la tormenta me dijo que estaba embarazada, que no la deje sola, que no la abandone… Di entonces una ultima mirada a sus tristes ojos dulces como la miel, acaricie instintivamente su rosada mejilla de terciopelo y, aunque golpeado y confundido por la noticia que me daba, me di media vuelta y la deje inundada de dolor. Cerré los ojos tomando fuerzas y Salí de la habitación donde tan felices alguna vez habíamos sido y simplemente la abandone, a ella y a mi hijo, ese pobre bastardo que nunca conocí.

Después de eso la vida me llevo por diferentes lugares, era una época de ideologías combativas donde tanto de un lado como del otro se pensaba en cambiar el mundo, ahora me doy cuenta que es todo imposible, no se puede tapar la mierda con una mano sin salir manchado.

Ahora, sentado en este bar, tomando mi cerveza helada vuelven a golpear mi alma sus ojos esmeralda, tristes y desolados y el remordimiento de ese hijo que abandone, ni siquiera se si esta vivo, de estarlo debe tener 10, quizás 11 años ahora, tal vez me lo haya cruzado por la calle, quien sabe, ¿como habrá vivido sin mi, sin padre? ¿Como habrá hecho ella para mantenerlo?

Apuro el trago tratando de esconder el recuerdo bajo el alcohol, ya es demasiado tarde para pensar en todo eso, si pudiera volver todo atrás… pero es imposible, lo hecho, hecho esta.

Cuando Julio Cesar sabiendo que planeaban matarlo en el senado y en contra de toda predicción caminaba con paso firme y decidido hacia donde la conjura ya estaba en marcha, se detuvo frente al edificio maldito, miro al cielo divisando, casi por milagro, en lo alto una poderosa águila que llevaba en sus garras un desafortunado conejo como almuerzo, sonrió resignado y dijo: “alea jacta est” (la suerte esta echada) y apuro el paso internándose por ultima vez en el senado.

3 comentarios:

Le Revenant dijo...

Salve, camarada Almogavar,
Primero que todo, déjame destacar tus cualidades como escritor pues, me parece que este post está muy bien logrado en su contenido y estructura. Un gran aprecio por ello, también.

Ahora, este post, de todos los que he leído en este culto que diriges, creo que es, quizás, el más personal que te he leído. No negaré que te he sentido muy intimista, cosa que creo no sueles hacer (a pesar de escribir otro tipo de texto personales)

Es una historia inquietante, sin embargo, hago la pregunta, no esperando una respuesta porque supongo que si no pusiste las razones es porque no deseas revelarlas, y entiendo quizás el por qué de tu acción ¿cuál fue el motivo para dejar sola a aquella mujer? ¿y por qué nunca tuviste la necesidad de conocer a aquél niño?

No critico, camarada, creo no ser quien para hacerlo, nadie lo es, simplemente me planteo esas preguntas. De todos modos, respeto mucho a las personas que tienen la capacidad de decir esto paso, esto hice, puede que no haya sido lo correcto pero sucedió.

Zeig Hail camarada!!!

Proletario dijo...

Saludos camarada Mortem, nuevamente gracias por tus comentarios son muy gratos para un aficionado a la literatura.

El motivo por el cual el personaje de esta historia no quiso volver a ver a su mujer ni conocer a su hijo esta algo mas explicado en la proxima historia de este skin solitario. Te dejo la intriga hasta entonces.
SIEG HEIL camarada Mortem

Le Revenant dijo...

Salve, camarada, Almogavar,
Jaja....ese comentario fue con cizaña. Vale, estoy esperando tu siguiente post, warbrother, sabes que la estima es mutua.

Por cierto, ya me hice seguidor por facebook de "Los más grandes de historia".

Zeig Hail, camarada.