23 agosto 2008

Una manera muy especial de saltar...

Saltando en una pata recorría la cuadra esperando que lo vean realizar tan insólita proeza, sin embargo su ingle le dolía demasiado como para seguir insistiendo en tan innoble tarea saltarina. Su ánimo decayó cuando se apercibió de que nadie lo había visto; tan solo el viejo Cosme estaba, como de costumbre, sentado en la puerta de la casa, solo que Don Cosme es ciego. Se sienta cabizbajo en la vereda de su casa y piensa en nada, solo se estremece con la desgarbada situación que lo coronase segundos atrás. El desinterés por las restantes actividades de su atiborrada agenda pasan a segundo plano, solo piensa en deprimirse, en sentirse mal, en aguantar, aunque mas no sea hasta que llegue su madre de hacer los mandados, la terrible diarrea que lo apremia por tomar frenéticamente por asalto el baño y no dar cuartel hasta haber concluido con la titánica tarea de desechar todos sus desperdicios fecales.
Las cigarras aturden los sentidos con su monótono zumbido, dejando el cerebro del joven Wilson embotado y entusiasmado con la huida. La sangre se arremolina en su interior haciéndole sangrar la nariz, no importa, su nariz acostumbra jugarle estas imprudencias, mas cuando esta solo sin su madre que lo socorra. Se pelo las rodillas cuando trataba de bailar breack dance, para congraciarse con los demás chicos del barrio, aunque su abultado abdomen solo hicieron que los espectadores se burlaran de el; no entienden que el joven Wilson es muy sensible, muy especial.
Sentado solo en la vereda de su casa, piensa en cual seria la mejor manera de asesinar a sus vecinos. Wilson sueña con ser libre, con sobrevivir a una hecatombe nuclear, Wilson sueña con despertar un día y descubrirse un Gilgamesh; un conde de Saint Germain; Wilson se despierta por la mañana sintiéndose especial, tan especial como su madre le repite en todo momento que es.

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