26 junio 2009

Esos cabellos dorados como el sol

Hace poco me entere, y de hecho tengo en mi poder, una foto que tomo una nena de tres años con el celular de la madre, de un demonio que la acosa (para mayor referencia del acontecimiento citado remitirse a http://infiernito.blogspot.com/).
La cuestión es que esa simple imagen, cambio por completo la forma de ver las cosas. Todas esas rarezas que fui coleccionando en mi vida, y que por dichos de unos y otros las fui relegando y tomándolas como estupideces fantasiosas de un desquiciado mental, paranoico y esquizofrénico con delirios místicos y fóbico al extremo; ahora, en este punto crucial de mi vida, vuelve todo mi pasado mas vivo que nunca, latiendo con toda la furia del tiempo perdido.
Entonces, quiere decir que todo fue cierto, todas esas cosas, que solo a mi me pasaban, y que deje de creer, no eran tan locas como termine creyendo.
Miro casi hipnóticamente la foto del demonio y la magia de lo anormal pasa volando por mi cabeza sin querer, esta vez, dejarme ir.
Imagine miles de posibilidades de porque ese demonio se le presento a la nena y no la quiere abandonar.
Por ejemplo imagine que por esa casa, donde vive la niña, existe un paso dimensional entre el plano astral y este; entonces, tal vez una legión completa de demonios guiados por un diablo se dirigían camino a enfrentar a guerreros de la luz.
Bueno, este ser, que llamare “labios” por obvias razones, marchaba violento y agresivo, como es de esperar de cualquier demonio que se precie de tal, hacia el enfrentamiento. De pronto su mirada se desvía instintivamente. Ve a la pequeña niña con sus cabellos dorados como el sol, entonces, como un reflejo, una imagen de su pasado vuelve; no lo recuerda, no sabe que es, ni es conciente de que alguna vez, antes de su alma ascender, (o descender según como se vea), a la categoría de demonio, fue humano, luego de miles de años de servir al mal.
Una herida seca y ponzoñosa como la mordedura de una serpiente se apodera de sus reflejos.
Esa niña, que extraño lo hace sentir.
¿Habrá tenido hijos cuando era humano?
¿Habrá tenido una hija con cabellos dorados como el sol?
Queda inmóvil, sin poder despegar la mirada de la pequeña que, sin ver los seres que pasan a su alrededor de la otra dimensión, sigue jugando con las muñecas.
Un viejo demonio alerta a “labios” de que no se retrase, sin embargo este, ya no escucha nada más, solo lo ciega la melena dorada.
La batalla se lleva a cabo, los demonios son aniquilados por completo por un escuadrón especial de Ángeles de la muerte.
Los siervos del mal nunca regresan al infierno.
La puerta dimensional que los llevaría de regreso nunca se abre.
Labios queda, sin saberlo, atrapado sin poder regresar al averno, hipnotizado por la niña, como un reflejo de su pasado acaricia ese diminuto y terso rostro, su mano fría como el roció de la madrugada, roja como la escarlatina, fétida como la mentira, rustica y gruesa como la roca se desliza suave por la mejilla rosada como la vida.
Con los días se anima a mas, la quiere escuchar reír, siente curiosidad por saber como suena a sus oídos ese sonido que nunca oyó, o al menos cree nunca haber oído.
Le hace cosquillas. La niña al principio estalla en carcajadas.
El monstruo da un respingo, ese cruel sonido lastima sus oídos, no esta acostumbrado a eso, no sabe como reaccionar, mucho no le gusta.
Hasta que no aguanto más y un día se presenta, visiblemente ante la nena. Esta, como es de esperar se horroriza, grita, patalea, llora, tiembla, sale corriendo a buscar a su mamá.
Labios, el demonio, gruñe, refunfuña, se maldice por haberlo hecho.
Pero no la dejara sola, no la va a perder, no esta vez, se dice sin entender porque lo dice.
La sigue, la acosa, aunque esa no sea su intención, la quiere obligar a que lo acepte.
Labios es poderoso, un gran demonio de fuerza, su poder es bestial, no tiene comparación con la de ningún humano.
Algún brujo loco, trata de contactarlo. Pero su esencia lo preside.
-Aquel que me moleste yo aplastaré con mi puño demoledor. Grita babeando y echando espuma por la boca, poseído por la furia y el odio.
No soporta a los humanos, esa raza inferior, como dicen ellos; y menos a los humanos con alguna sensibilidad psíquica.
Ahora la niña le pertenece, es su propiedad.
Ya no tiene adonde ir. El fuego del Tártaro ya no lo abraza por los lados.
Ahora es prisionero de esos suaves cabellos dorados como el sol.

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