10 mayo 2009

El sonido corpóreo de la realidad

Los cuatro jinetes ahuyentan con su acechar a los ineptos que, curiosos, navegan las turbias aguas del aqueronte. Transparente en sus ojos, nítido como la sangre que brota de sus venas abiertas, veo la desgarradora realidad. El fantasma que no descansa, vuelve a mi, en cada noche fría de invierno. Las hojas verdes se marchitan, repentinamente, de golpe, sin siquiera mostrar el mas leve signo de degradación nuclear.
Infanticidas, regicidas, homicidas, ¿hay alguna diferencia?, ¿cuantas vidas se llevan los pensamientos desagradables? ¿Quién es el primero que va a arrojar la primera piedra?.
Pasan los años lentamente, sucumbiendo ante lo monótono del sonido que representamos; leí una vez, cierto libro de un guru religioso, que decía que toda la creación, absolutamente todo, inclusive Dios, éramos sonido en diferentes frecuencias, o sea que en nuestra frecuencia el sonido se hace corpóreo, tangible; ¿o seria que en esta frecuencia nos tocamos tangiblemente?, la verdad no recuerdo, es uno de los pocos libros que no llegue a terminar, a pesar de haber hecho el “juramento de Gutemberg”.
Que terrible cúmulo de desinformación y mala información nos transmiten a diario; ¿nos dirán algún día los datos puros, en bruto, para así llegar a nuestras propias conclusiones?, lo dudo, tal vez en 100 años, en 500 años, los personajes “nefastos” de hoy día, serán, en aquel entonces grandes héroes que lucharon por algún ideal sublime, supremo. Yo lo se, a la larga la verdad siempre sale a la luz.
Lastima que para aquel entonces no voy a estar para disfrutar de ese momento.

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