Camino sigiloso por la oscuridad que me circunda, la negra noche de mi ceguera intencionada. Las palabras sin sonido que hacen eco en mi cabeza sin contención se disipan como el viento de primavera. La rapaz predadora circunvala con su agotador aleteo las paredes ajadas de la débil morada de mi corazón. Fuego nace como espuma sin que su ardor me despierte de esta pesadilla que no pedí soñar, que nunca quise vivir. Sentir que la filosa mirada de Damocles esta posada en mí por tanto rato sacude mis amargas intenciones. Sin pena ni gloria se escapa la palabra que nunca dije, las intenciones que no llegaron a acciones, los anhelos que no pasaron del umbral de lo imaginario. Lento pero constante las lanzas de Cronos van marcando el final de la función.
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